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Nos encontramos en la Europa de principios del siglo XX y no se avecinan tiempos de paz, precisamente. Karl Kraus, como muchos otros intelectuales, prevé los conflictos bélicos que, hoy en día, se enseñan en cualquier instituto, pero su análisis va un paso más allá. Las masacres no suceden un día, sin más; la intolerancia no surge así, de la nada; la estupidez no es solo de los grandes malvados de la historia. Quizá, todos tengamos una pizca de responsabilidad en las atrocidades que, hasta día de hoy, ha cometido y sigue cometiendo el ser humano. La inacción colectiva se puede convertir en el…mehr

Produktbeschreibung
Nos encontramos en la Europa de principios del siglo XX y no se avecinan tiempos de paz, precisamente. Karl Kraus, como muchos otros intelectuales, prevé los conflictos bélicos que, hoy en día, se enseñan en cualquier instituto, pero su análisis va un paso más allá. Las masacres no suceden un día, sin más; la intolerancia no surge así, de la nada; la estupidez no es solo de los grandes malvados de la historia. Quizá, todos tengamos una pizca de responsabilidad en las atrocidades que, hasta día de hoy, ha cometido y sigue cometiendo el ser humano. La inacción colectiva se puede convertir en el arma más potente de un sistema opresor. Y es justamente por eso, que Kraus habla de Apocalipsis: cuando el pueblo suscribe los juicios de los discursos dominantes y la opinión critica queda anestesiada, entonces ya no queda esperanza. Pocos textos siguen tan vigentes en la sociedad de los likes y los retweets. Karl Kraus (1874-1936), a través de su periódico Die Fackel (La Antorcha), dedicó hasta su último suspiro a combatir este Apocalipsis con sátira e ironía. Fue leído y citado por Walter Benjamin i Ludwig Wittgenstein y su obra sigue más viva que nunca.
Autorenporträt
Karl Kraus nació el 28 de abril de 1874 en Gitschin, Austria. Si bien entre sus escritos hay obras de teatro y libros de poesía, Kraus destacó por su tono satírico, desplegado a partir de las páginas de Die Fackel, periódico desde el cual denunció incansablemente la corrupción en el Imperio de los Habsburgo, así como también manejos en el gobierno nazi. Kraus creía firmemente que la lengua era el síntoma más revelador de todos los males del mundo. Veía en el tratamiento descuidado de sus contemporáneos hacia la lengua un signo de descuido del mundo en general. Kraus murió en Viena, Austria, el 12 de junio de 1936.