Los Moya, Daniel y Rosa María, no sólo comparten vida, hijos y cuarenta años de relación. Tienen en común algo más: su propia sangre. Ambos son hermanos, pareja y padres de dos niños. Separados de pequeños por el divorcio de sus padres, la casualidad de la vida quiso que años después volvieran a verse las caras… y se enamoraran.