El pequeño libro para vencer al enemigo interior: vencer al tirano que vive en mí, vivir la nueva vida en Dios (eBook, ePUB)
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Adaptación para lectura rápida de "El enemigo interior". ¿Eres una molestia para ti? ¿Te das un mal augurio y te saboteas? ¿Los errores te detienen? ¿Tienes miedo a que las cosas salgan mal? ¿Tienes miedo al triunfo? ¿Tu parloteo interior olvida lo que Dios ha dicho de Él, de ti y lo que hará? Durante muchos años de mi vida cristiana, tuve un conflicto conmigo mismo, una pelea sostenida: por un lado, quería un poquito de lo que encontraba en Dios y, por otro, le daba espacio a lo que no le agrada. A veces, para calmar está tensión interna, buscaba la manera de justificar o santif...
Adaptación para lectura rápida de "El enemigo interior". ¿Eres una molestia para ti? ¿Te das un mal augurio y te saboteas? ¿Los errores te detienen? ¿Tienes miedo a que las cosas salgan mal? ¿Tienes miedo al triunfo? ¿Tu parloteo interior olvida lo que Dios ha dicho de Él, de ti y lo que hará?
Durante muchos años de mi vida cristiana, tuve un conflicto conmigo mismo, una pelea sostenida: por un lado, quería un poquito de lo que encontraba en Dios y, por otro, le daba espacio a lo que no le agrada. A veces, para calmar está tensión interna, buscaba la manera de justificar o santificar lo malo que permitía. Así le ponía etiquetas los pecados para que no sonaran tan mal. En el proceso había conseguido tener pecados más refinados. Un día, me topé con una frase que hizo que me hiciera un planteamiento: "Si le dieras una patada a tu peor enemigo, ¿podrías sentarte en los siguientes días?" Vive la realidad eterna de Dios hoy mismo. Dios te liberó de la condenación del pecado y, ahora, te libra de su poder.
Durante muchos años de mi vida cristiana, tuve un conflicto conmigo mismo, una pelea sostenida: por un lado, quería un poquito de lo que encontraba en Dios y, por otro, le daba espacio a lo que no le agrada. A veces, para calmar está tensión interna, buscaba la manera de justificar o santificar lo malo que permitía. Así le ponía etiquetas los pecados para que no sonaran tan mal. En el proceso había conseguido tener pecados más refinados. Un día, me topé con una frase que hizo que me hiciera un planteamiento: "Si le dieras una patada a tu peor enemigo, ¿podrías sentarte en los siguientes días?" Vive la realidad eterna de Dios hoy mismo. Dios te liberó de la condenación del pecado y, ahora, te libra de su poder.
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