Dios en la intemperie (Memorias de la Intemperie, #2) (eBook, ePUB)
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"Dios en la intemperie" es el segundo libro de la serie Memorias de la intemperie, un proyecto que busca guardar la memoria de un tiempo y de una fe vividos en primera persona, entre el polvo, la esperanza y los nombres concretos de la gente.Si el primer libro se detuvo en las colinas de Kalulo, este nuevo volumen se adentra en la ciudad de Luanda, donde la guerra todavía respiraba y la vida se abría paso entre ruinas y abrazos. Los años que narra -de 1992 a 1993- fueron breves en el calendario, pero inmensos en hondura humana: en el corazón de una ciudad marcada por la guerra civil y la e...
"Dios en la intemperie" es el segundo libro de la serie Memorias de la intemperie, un proyecto que busca guardar la memoria de un tiempo y de una fe vividos en primera persona, entre el polvo, la esperanza y los nombres concretos de la gente.
Si el primer libro se detuvo en las colinas de Kalulo, este nuevo volumen se adentra en la ciudad de Luanda, donde la guerra todavía respiraba y la vida se abría paso entre ruinas y abrazos. Los años que narra -de 1992 a 1993- fueron breves en el calendario, pero inmensos en hondura humana: en el corazón de una ciudad marcada por la guerra civil y la esperanza obstinada.
No es un libro sobre la guerra, sino sobre la vida que insiste en medio de ella. Es un conjunto de relatos verdaderos donde la fe se hace gesto, la calle se convierte en aula y la ternura se vuelve el único refugio posible.
En estas páginas aparecen niños, jóvenes, catequistas, religiosas y misioneros que, en medio del polvo, del ruido y del miedo, siguen tejiendo vínculos, compartiendo pan, construyendo comunidad.
Cada capítulo recoge un encuentro real: Toy, el chico que vuelve a abrazar a su madre después de perderlo todo; Lourdes, que enseña la fe desde una cama y demuestra que se puede seguir dando aun cuando el cuerpo ya no acompaña; Aida, que acompaña a una amiga embarazada y le recuerda que Dios también nació pobre; Domingos, que llega descalzo al patio de la parroquia y encuentra un lugar donde descansar.
Y junto a ellos, decenas de rostros más: los jóvenes catequistas, las chicas que arman un pesebre con cartones y pinturas, los scouts que aprenden a soñar bajo el sol de Luanda, los que ríen, los que callan, los que se animan a empezar de nuevo.
Entre todos, van tejiendo el hilo invisible de una comunidad que resiste con ternura.
Porque este libro, más que contar, agradece. Agradece la fe sencilla, la amistad que sostiene, la presencia de Dios en la calle y en los cuerpos heridos.
En este libro, la calle es el templo, los patios son altares, y los pobres son los verdaderos maestros de la fe.
Así, Dios en la intemperie se convierte en una obra sobre la presencia de lo sagrado en lo cotidiano, sobre la ternura como lenguaje del Reino, y sobre la certeza de que, incluso en la guerra, la vida sigue naciendo cada día.
Si el primer libro se detuvo en las colinas de Kalulo, este nuevo volumen se adentra en la ciudad de Luanda, donde la guerra todavía respiraba y la vida se abría paso entre ruinas y abrazos. Los años que narra -de 1992 a 1993- fueron breves en el calendario, pero inmensos en hondura humana: en el corazón de una ciudad marcada por la guerra civil y la esperanza obstinada.
No es un libro sobre la guerra, sino sobre la vida que insiste en medio de ella. Es un conjunto de relatos verdaderos donde la fe se hace gesto, la calle se convierte en aula y la ternura se vuelve el único refugio posible.
En estas páginas aparecen niños, jóvenes, catequistas, religiosas y misioneros que, en medio del polvo, del ruido y del miedo, siguen tejiendo vínculos, compartiendo pan, construyendo comunidad.
Cada capítulo recoge un encuentro real: Toy, el chico que vuelve a abrazar a su madre después de perderlo todo; Lourdes, que enseña la fe desde una cama y demuestra que se puede seguir dando aun cuando el cuerpo ya no acompaña; Aida, que acompaña a una amiga embarazada y le recuerda que Dios también nació pobre; Domingos, que llega descalzo al patio de la parroquia y encuentra un lugar donde descansar.
Y junto a ellos, decenas de rostros más: los jóvenes catequistas, las chicas que arman un pesebre con cartones y pinturas, los scouts que aprenden a soñar bajo el sol de Luanda, los que ríen, los que callan, los que se animan a empezar de nuevo.
Entre todos, van tejiendo el hilo invisible de una comunidad que resiste con ternura.
Porque este libro, más que contar, agradece. Agradece la fe sencilla, la amistad que sostiene, la presencia de Dios en la calle y en los cuerpos heridos.
En este libro, la calle es el templo, los patios son altares, y los pobres son los verdaderos maestros de la fe.
Así, Dios en la intemperie se convierte en una obra sobre la presencia de lo sagrado en lo cotidiano, sobre la ternura como lenguaje del Reino, y sobre la certeza de que, incluso en la guerra, la vida sigue naciendo cada día.
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