
No hemos odiado a los pobres
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¿Odiarlos? No. Solo ignorarlos, medio adormilados como estamos. Igual que a las mujeres, no hace tanto, o al deterioro del planeta, que nadie tenía en cuenta y hasta lo niegan. Lo malo de los pobres es confundirlos con los mendigos de la calle, e ignorar que son mayoría en la tierra y podrían cambiarlo todo. Hasta la Iglesia y sus escuelas los pueden olvidar. Todo es distinto en las cartas de este cristiano y pedagogo, pues nos muestran un maestro por dentro, y no solo sus métodos, como quiere la pedagogía actual ¡hecha una didáctica! que olvida lo esencial. ¿Acaso la finalidad de la ...
¿Odiarlos? No. Solo ignorarlos, medio adormilados como estamos. Igual que a las mujeres, no hace tanto, o al deterioro del planeta, que nadie tenía en cuenta y hasta lo niegan. Lo malo de los pobres es confundirlos con los mendigos de la calle, e ignorar que son mayoría en la tierra y podrían cambiarlo todo. Hasta la Iglesia y sus escuelas los pueden olvidar. Todo es distinto en las cartas de este cristiano y pedagogo, pues nos muestran un maestro por dentro, y no solo sus métodos, como quiere la pedagogía actual ¡hecha una didáctica! que olvida lo esencial. ¿Acaso la finalidad de la escuela obligatoria no es que cada niño desarrolle sus cualidades y llegue lo más arriba posible? - No. En buena ley, la escuela de todos existe para compensar la desventaja de los últimos, no solo para igualarlos, sino para que puedan enseñarnos lo que ellos saben y nosotros aún no.