Donde nadie me ve
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Hay cosas que se nos presentas suaves: la hierba fresca, fría después del aguacero, el haz de luz donde el polvo baila tocando encajes, figurillas de porcelana, fotografías y el viento que deshace un diente de león y lo eleva y lo eleva. La poesía es suavidad, aunque a veces corta, y se nos revela áspera, porque los poetas, aunque líricos son sinceros. En el poema New York de Lorca, hay sinceridad y en la Palabra de Alejandra Pizarnik, sinceridad. Porque detrás de los violines, la soledad y los silencios, la verdad, la sempiterna semántica del poema, se eleva ante el lector. El árbol...
Hay cosas que se nos presentas suaves: la hierba fresca, fría después del aguacero, el haz de luz donde el polvo baila tocando encajes, figurillas de porcelana, fotografías y el viento que deshace un diente de león y lo eleva y lo eleva. La poesía es suavidad, aunque a veces corta, y se nos revela áspera, porque los poetas, aunque líricos son sinceros. En el poema New York de Lorca, hay sinceridad y en la Palabra de Alejandra Pizarnik, sinceridad. Porque detrás de los violines, la soledad y los silencios, la verdad, la sempiterna semántica del poema, se eleva ante el lector. El árbol sobre la tierra. En la poesía de Saily Fuentes, está la suavidad de esas primeras cosas. Es una poesía, aun joven, más envuelta en tules de fe y nostalgia. Se debe caer sobre sus poemas, encontrarse en la libertad de rimas, acudir al descubrimiento de la esperanza que esta nueva voz sutilmente nos presenta.
