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No sé qué duende entró a mi alma cuando estuve en Granada. Pareciera que un conjuro de poetasque por esas tierras anduvieron, me hablaran al oído haciéndome ver imágenes que no sabía escribir.Cómo pudo Juan Ramón decir: y se cogen libélulas con las manos caídas/ y, entre constelaciones, /la alta luna se estanca. Y Miguel, el poeta pastor con fuerza y devoción sobre la condiciónhumana: Troncos de soledad/ barrancos de tristeza/donde rompo a llorar?Federico, ese niño de flores y espesas cejas que entonaba canciones: la guitarra/ hace llorar a lossueños. / El sollozo de las almas p...
No sé qué duende entró a mi alma cuando estuve en Granada. Pareciera que un conjuro de poetasque por esas tierras anduvieron, me hablaran al oído haciéndome ver imágenes que no sabía escribir.Cómo pudo Juan Ramón decir: y se cogen libélulas con las manos caídas/ y, entre constelaciones, /la alta luna se estanca. Y Miguel, el poeta pastor con fuerza y devoción sobre la condiciónhumana: Troncos de soledad/ barrancos de tristeza/donde rompo a llorar?Federico, ese niño de flores y espesas cejas que entonaba canciones: la guitarra/ hace llorar a lossueños. / El sollozo de las almas perdidas, / se escapa por su boca redonda....
     
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					 
					