
Bestias de una pequeña tierra
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Desde las perfumadas salas de la escuela de cortesanas de Pionyang a las elegantes cafeterías de una modernizada Seúl y los bosques boreales de Manchuria, los inolvidables personajes de Juhea Kim forjan sus destinos mientras se juega el de su país. Envolvente y elegante, Bestias de una pequeña tierra nos muestra un mundo en el que los amigos se convierten en enemigos y los enemigos en salvadores, en el que los héroes son perseguidos y las bestias asumen muchas formas. Una gran epopeya de amor, guerra y redención que recorre cincuenta años de historia coreana. tica de signo autoritario, ...
Desde las perfumadas salas de la escuela de cortesanas de Pionyang a las elegantes cafeterías de una modernizada Seúl y los bosques boreales de Manchuria, los inolvidables personajes de Juhea Kim forjan sus destinos mientras se juega el de su país. Envolvente y elegante, Bestias de una pequeña tierra nos muestra un mundo en el que los amigos se convierten en enemigos y los enemigos en salvadores, en el que los héroes son perseguidos y las bestias asumen muchas formas. Una gran epopeya de amor, guerra y redención que recorre cincuenta años de historia coreana. tica de signo autoritario, así como a impulsar una concepción patriótica basada en la exclusión del discrepante y en la eliminación del adversario. Los límites que separaban ambas categorías siempre fueron extremadamente difusos y, por tanto, su concreción solo respondía a interpretaciones arbitrarias, generalmente ajenas a toda norma legal.La creación de un nuevo corpus musical durante el período que es objeto de estudio, tanto en Alemania como en España, favoreció la edición urgente de cancioneros, poemarios, hojas volantes y discos, principalmente, como soportes en los que fijar los mensajes contenidos en canciones e himnos de guerra, contestados desde el campo opuesto con obras de lucha y resistencia.En las décadas de los años 30 y 40 del siglo xx, distintas fronteras europeas colapsaron, violentadas por fuerzas militares de ocupación que las atravesaron entonando alegres canciones populares, como si de una excursión juvenil se tratara; canciones cuyas melodías recordaban a los soldados sus orígenes pero no su destino, unido este, indefectiblemente, al del continente europeo.